Este 9 de abril se ha comenzado un proceso que, en unos meses, llevará a la nueva ubicación de los restos del Siervo de Dios Fernando Huidobro Polanco, en el claustro de la parroquia.
En la actualidad, los restos estaban en el pórtico izquierdo, una zona de difícil acceso -solo se podía visitar cuando estaba abierta la Iglesia- y con algunas humedades. Ahora que está en marcha el proceso de beatificación del jesuita, de acuerdo con las autoridades religiosas hemos pensado en buscarle un mejor espacio en el conjunto parroquial. En concreto, el nuevo mausoleo estará en uno de los lados del claustro, en concreto en el lateral de la capilla del Santísimo, de un modo similar a como está el sepulcro de San José María Rubio.
El traslado comienza con el análisis forense de los restos (esta es la etapa que ha comenzado este martes) ante un tribunal nombrado desde la diócesis. Ya a partir de ahí falta terminar el mausoleo (también es importante saber cual es el estado de los restos para ver el tamaño idóneo de la nueva urna). En el lugar del emplazamiento actual queda ahora un cartel indicando «En conformidad a lo que pide la normativa para los procesos de canonización, se está realizando el reconocimiento canónico de los restos del Siervo de Dios Fernando Huidobro Polanco. En las próximas semanas se avisará de la fecha del traslado al nuevo emplazamiento preparado en el claustro de esta iglesia».
Esperamos que todo el proceso se culmine de aquí a junio. Iremos informando de los pasos y fechas a medida que se vaya sabiendo.
Fernando Huidobro nació en 1903 en Santander. A los 16 años ingresó en el Noviciado de la Compañía de Jesús en La Cartuja (Granada), y en 1933 celebró su primera Misa en Bélgica, donde se había exiliado tras la disolución de la Compañía en España con la proclamación de la II República.
Al estallar la Guerra Civil, el padre Huidobro solicitó el traslado a la península para acompañar espiritualmente a todos aquellos que pudieran necesitarle. Así, es nombrado capellán de la Legión y comienza su labor en Madrid. En su manera de servir a los enfermos, destacó por su determinación de tratar por igual a los heridos de ambos bandos, y es hoy una figura especialmente destacable como ejemplo de reconciliación.
El 11 de abril de 1937, a la edad de 34 años, murió durante un bombardeo mientras atendía a los heridos en la casa de socorro de la Cuesta de las Perdices, en el frente de Ciudad Universitaria.
Aunque su proceso de beatificación se había comenzado en 1947, quedó paralizado entonces, y solo se retomó en los últimos años. La fase diocesana comenzó el viernes 8 de enero de 2021 (la tarde en que comenzó aquella tormenta de nieve conocida como «Filomena»), y terminó el 17 de octubre de 2022. Ahora prosigue el proceso ya en Roma.