San Francisco de Borja y la cetrería

Con motivo de la festividad del patrón de nuestra parroquia, hemos celebrado la ofrenda de los cetreros a su también santo patrón Francisco de Borja. Este año ha sido especial para la comunidad parroquial, por tratarse de su décima edición. Antes de la misa de ocho, ha tenido lugar la conferencia de Dr. Javier Ceballos Aranda sobre el título de referencia. El público no podía ser más variado tanto por edades como por procedencias. Unos ya eran entendidos en cetrería. Otros, los más, no habían visto un halcón en su vida.

Javier nos ha compartido lo que sabe, lo que siente y lo que vive. Ha investigado en profundidad sobre la vida del santo. Nos ha mostrado cómo Francisco de Borja se sintió cetrero a lo largo de toda su vida. Tanto durante su etapa de vida laica como cuando oficiaba misa o llegó a ser superior de la Compañía de Jesús. En todo momento acudía a las fuentes originales en las que basaba sus argumentos. Textos escritos por sus contemporáneos.

Así, Javier nos expuso frases del propio Borja hablando de la cetrería:

“No se halla divertimiento, de cuanto ha discurrido el ingenio, y el artificio humano tan digno de la elevación de un ánimo racional, ni tan gustoso, ni de lances tan repetidos, ni donde se ceben más los pensamientos.”

“Cada día se me ofrecían a este modo nuevos argumentos, para sacar de la caza mucho fruto”…

… Los hombres espirituales, hallarán otros más altos fines en esta caza, porque con ella se excusan de muchos bullicios, enfados, y peligros, que hay en tratar con los hombres: gozando de la soledad, y libertad del Campo, donde los prados floridos, los árboles, las fuentes, los cielos; y tanta variedad de bellas criaturas, levantan el espíritu para contemplar la grandeza, hermosura, sabiduría, y bondad del Creador y muchas veces se hallarán allí más recogidos, y devotos, que en sus oratorios y capillas”…

Podría resumirse su conferencia en que nuestros planes no son los de Dios. Javier se inició en la cetrería hace más de cuarenta años, sin pensar que en ella pudiera encontrar inspiración divina alguna. Con el tiempo, y finalmente leyendo a “Borja cetrero”, ha descubierto pistas para encontrar a Dios. Ha bastado dejarse hacer. Abrir ojos, alma y corazón para darse cuenta de ello.

En sus palabras, difícilmente vamos a poder tener una relación afectiva con Dios si no la tenemos ya con nuestros iguales. Adquiriendo determinadas habilidades, aceptando lo que de primeras no entendemos, nos abrimos a misterios mayores. La cetrería nos enseña a mirar por otros ojos; A ver posible lo imposible; A descubrir lo escondido; A confiar cuando no alcanzamos; A ser humildes; A leer sin ver letras; A ver la grandeza que alberga lo pequeño; A basar la satisfacción en lo inmaterial; A identificar sin ver imágenes; A vernos vulnerables ante la dificultad; A abandonarnos sin pretender controlar; A manejar la incertidumbre; A encontrar sentido a lo que sucede mucho después de que haya pasado; A aceptar lo que nos es dado; A constatar que no estamos solos; A ver la creación, donde todo fluye sin la intervención del hombre; A ver que somos caducos y nos conviene depurar nuestra mejor versión; A contemplar, meditar, encontrarnos a nosotros mismos. A disfrutar del regalo que nos ha hecho Dios con la vida. La cetrería así vivida es una escuela de vida. Un camino hacia Dios.

Borja siempre tuvo claro su norte. Su prioridad. Lo más grande en su vida no fue ser virrey, duque, padre de ocho hijos o llegar a ser Superior General de la Compañía como suele exponer quien no se adentra en su transformación. Lo más grande en Borja fue que escogió vivir siempre en obediencia a Dios: Amar y Servir. Desde antes de comenzar su vida religiosa tuvo claro que la prioridad de su vida era Dios. Como ejemplo, avisaba en las iglesias para que tañeran las campanas poco antes de la consagración para entonces abandonar el lance de caza y acudir rápido a caballo diciendo: “¡VAMOS QUE NOS LLAMA DIOS!”             

Después de la conferencia, desarrollada en la Capilla del Santísimo, los asistentes accedimos a la iglesia a la misa por la festividad de nuestro patrón. Junto al altar de San Francisco de Borja estuvieron los cetreros con sus aves. El ambón estuvo presidido por dos halcones sobre su alcándara. Los cetreros participaron en la lectura del Evangelio, y en el ofertorio rezaron de cara a la asamblea su oración y recibiendo la bendición al final de la misa. Después tuvo lugar la tradicional foto de cetreros, allegados y feligreses junto al altar del santo patrón.

La ofrenda ya constituye una tradición de la parroquia, en la que propios y extraños encuentran un motivo más para acercarse al Creador. Un evento para descubrir una vez más que el sentido está en Amar y Servir.

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