Contemplar a María, un espejo para nuestra vida

El jueves 10 de abril tuvo lugar una nueva charla del ciclo dedicado a María, que ha organizado este curso la Comunidad de Nazaret para toda la parroquia. Esta vez estuvo a cargo de nuestro párroco, José María Rodríguez Olaizola sj, que nos habló del ejercicio de la contemplación de los textos evangélicos, tan central en la espiritualidad ignaciana, y nos invitó a contemplar  aquellos pasajes donde es especialmente relevante la figura de María.

 La contemplación debe encontrar un adecuado equilibrio entre tres tensiones: a) entre situarse ante el texto como un mero espectador pasivo y sentirse el protagonista, pues se trata más bien de meterse en la escena como si uno fuera un personaje secundario implicado emocionalmente en lo que allí ocurre; b) entre abusar de la imaginación en la recreación de las escenas y mantenerse fiel al texto: lo importante es no perderse en los detalles para quedarse con lo esencial del relato evangélico; c) entre viajar al pasado y buscar un sentido en los textos para nuestro hoy: la Palabra es atemporal y es inevitable releer el evangelio desde nuestras categorías y preguntarnos qué nos está queriendo decir a nosotros aquí y ahora. La contemplación tiene como objeto tres búsquedas fundamentales: la búsqueda de Dios, la de uno mismo y la del mundo desde una mirada creyente. Tratando de conocer mejor a Dios a través de la Sagrada Escritura aprendemos a amarlo y a descubrir su paso por nuestras vidas y por el mundo.

Contemplar es, por tanto, ver a las personas, oír lo que dicen y mirar lo que hacen. En esta ocasión la propuesta de contemplación estuvo centrada en las palabras y los silencios de María. Las palabras que pronuncia no son muchas pero son decisivas: la valentía y la entrega confiada del “Hágase en mí según tu palabra” de la Anunciación, el desconcierto del “¿Por qué nos has hecho esto?” cuando pierden de vista a Jesús en Jerusalén, el “Haced lo que Él os diga” en Caná, esa invitación universal que indica el camino a todo seguidor de Jesús. Pero igual de elocuentes son los silencios: ante la adoración de los pastores, la profecía de Simeón y algunas de las respuestas de Jesús, María calla porque que no entiende pero “meditaba todas esas cosas en su corazón”; también encontramos silencio en momentos que tuvieron que ser muy difíciles y dolorosos, como el inicio de la vida pública de Jesús y su abandono del hogar, y al pie de la cruz. María, tan humana como nosotros, se convierte así en una guía para nuestras vidas, en ejemplo de renuncia por amor, de preocupación por los otros, de esperanza en el bien futuro, de confianza en las promesas. Contemplemos y acojamos las palabras y los silencios de María para que aprendamos,  con nuestras propias palabras y silencios, a apuntar Dios, como hizo María con su vida entera.

Para profundizar en este tema se sugiere la lectura de María en contemplaciones de papel (Sal Terrae 2025) del mismo autor. La última charla del ciclo tendrá lugar el próximo 8 de mayo: María en la fe madura de un cristiano de Ángel Cordovilla, decano de la Facultad de Teología de la Universidad de Comillas.

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