El ciclo de formación y oración Orar juntos la vida, que este curso organiza la Comunidad de Nazaret para toda la parroquia, comenzó ayer con el encuentro dedicado a Orar la convivencia, que tuvo una estupenda acogida y contó con un buen número de asistentes.
Ignacio Dinnbier, sj dio algunas claves sobre cómo dejar que la ternura transforme nuestro modo de mirar a los otros. Para ello es necesario, por una parte, el cuidado de la interioridad, que no es tanto “mirar dentro de uno mismo” como “vivir desde dentro de uno mismo” y, por otra, contemplar al otro con sensibilidad y con disposición a la escucha, evitando miradas superficiales que nos llevan a acercarnos a las personas desde nuestros propios prejuicios y a encasillarlas en estereotipos.
Es importante, asimismo, respetar ciertos rituales en la convivencia, rituales sencillos pero a través de los cuales se relacionan quienes forman un hogar: compartir la mesa y dejar espacio para hablar en ella de nuestros proyectos, de nuestros sueños y de nuestras dificultades; celebrar y festejar todo lo bueno y siempre que haya ocasión; cuidar los saludos de la mañana y de la noche; y no olvidar dedicar unos minutos al día a la oración para hablar con Dios de lo que nos preocupa y también de aquellos a quienes queremos.
También nos invitó a vivir la eucaristía como un momento especial de celebración semanal, al que debíamos tratar de no acudir solos y en el que acercarnos a aquellos que van solos. La charla se cerró con una oración guiada en la que, en la oscuridad y con música de fondo, Ignacio Dinnbier, sj nos presentó la ternura como el modo de Jesús de ser para los otros, un modo que transmite la imagen de un Dios que no agobia, sino que alivia y consuela. Para terminar el encuentro se celebró una eucaristía presidida por Juan José Rodríguez Ponce, sj y preparada por uno de los equipos de la Comunidad de Nazaret.