El pasado 7 de noviembre tuvo lugar en la iglesia de San Francisco de Borja la primera de las charlas que conforman el ciclo “María” organizado por la Comunidad de Nazaret y abierto a toda la parroquia. El ciclo tiene entre sus objetivos profundizar en el conocimiento de la figura de la Virgen María y aprender a contemplarla para que sirva de guía y modelo para nuestra propia vida. Pablo Alonso sj fue el encargado de introducirnos en el tema con un recorrido minucioso por todos los pasajes de los cuatro Evangelios y de los Hechos de los Apóstoles en los que se menciona a María. Con un espíritu muy didáctico, fue presentando las distintas informaciones que cada evangelista nos proporciona, comparándolas entre sí y extrayendo conclusiones parciales de cada texto.
Así fuimos pasando de las dos únicas referencias que se encuentran en Marcos, donde los lazos familiares se redefinen como pertenencia al grupo de los que hacen la voluntad de Dios (y ahí está María), a los textos de la infancia de Jesús que nos relatan Mateo y, sobre todo, Lucas, hasta llegar a la presencia de profundo significado teológico que María tiene en el evangelio de Juan. Mateo nos anuncia desde la genealogía de Jesús que la vida de María será extraordinaria, como la de otras mujeres del Antiguo Testamento también citadas en ese texto. Es el primero en hablarnos de la concepción virginal y de su esposo, José.
Lucas, como es bien sabido, es el evangelista que más espacio dedica a la figura de María en los textos de la infancia de Jesús y a él le debemos los relatos más detallados de la anunciación, la visitación, el nacimiento, la presentación y el niño perdido en el templo. Además, el evangelio de Lucas nos permite oír su voz en varias ocasiones, empezando por el “He aquí la esclava del Señor” y siguiendo por el Magnificat, en el que María alaba la acción de Dios sobre ella y sobre su pueblo. María es, en efecto, presentada como una mujer creyente que sigue los preceptos de la ley, pero que debe enfrentarse a realidades que no entiende y que va guardando en el corazón. En los Hechos, Lucas nos dice que María es parte de la comunidad de Jerusalén tras la muerte de Jesús y se mantiene unida a ella en oración.
Por último, el evangelio de Juan sitúa a María en dos momentos clave de la vida de Jesús: al inicio de su ministerio público, en las bodas de Caná, y al final de su vida, al pie de la cruz. Aunque no aparece mencionada por su nombre, María se nos presenta, primero, con una confianza ciega en la acción transformadora de su Hijo y, después, como madre de esa Iglesia que nace al aceptar al discípulo amado como a su hijo. En conclusión, podemos decir que a lo largo de los cuatro evangelios hay un desarrollo de la figura de María: desde las escuetas menciones como madre de Jesús, pasando por ser la voz de quien reconoce y alaba la acción de Dios en ella y en la historia y acaba por convertirse en el modelo de la actitud creyente, que medita en silencio aquello que no puede comprender de forma inmediata, hasta presentarse como madre de toda la comunidad de creyentes que formamos la Iglesia.