Que sirvan las manos

El Jueves Santo en la parroquia ha sido un día de celebración. La mañana comenzó con una introducción orante del día. José María Rodríguez Olaizola compartió una reflexión sobre los lugares de la pasión. A modo de pregón fue reflexionando sobre los escenarios en los que van a transcurrir los principales momentos de estos días: el cenáculo, el huerto, la casa de Caifás, el pretorio, el palacio de Herodes, el Gólgota y el sepulcro. Y proponiendo paralelismos con escenarios de nuestra vida cotidiana donde tienen lugar dinámicas parecidas, la fiesta, la soledad, el juicio, la frivolidad, el dolor, la muerte…

La celebración de la cena del Señor fue el momento central del día. En una iglesia abarrotada, donde se hacía visible la diversidad de la comunidad. Gente de todas las edades y situaciones quiso compartir esta mirada a la Última Cena. Presidió la celebración Fonfo Alonso-Lasheras, que centró la homilía en la necesidad de aprender a vivir con manos vacías, para poder ceñir la toalla, para poder tomar el pan y repartirlo, para poder irse desprendiendo de tanto que nos encadena.

El lavatorio fue un gesto bien cuidado. Hombres y mujeres, de distintas edades y de los diferentes grupos de la parroquia (ministros, jóvenes, familias, comunidad de jesuitas), fueron preparando la mesa que evoca esa cena, haciendo especialmente visible esa memoria que se nos invita a hacer. A ellos se lavó los pies, en representación de toda la comunidad. Al final de la Eucaristía, el traslado de la reserva al monumento, situado en el lateral de la Iglesia, dio paso a unas horas de visita de la gente.

Por la noche, a las 23,00h Alvaro Zapata, con gente del grupo de jóvenes, guió la Hora Santa. Para ello propuso una contemplación de la oración el Huerto, siguiendo el evangelio de Marcos, acompañada por una reflexión de San Alberto Hurtado.

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