En el segundo encuentro de Orar juntos la vida de este curso, Javier de la Torre, profesor de Moral de la Persona de la Universidad de Comillas, nos propone algunas claves para tomar aquellas decisiones importantes que marcan el camino de nuestra vida. La primera es decidir desde lo que somos, pero eso implica descubrir quién soy, cuál es mi verdadero ser, y tomar conciencia de que las decisiones nos modelan, nos convierten en arquitectos y escultores de nosotros mismos. Preguntémonos qué quiere Dios que yo sea, y asumamos que toda elección implica renunciar a otros caminos y a otras vidas. La segunda es que las decisiones deben partir de una búsqueda interior, a la que muchas veces hemos renunciado, sobre todo en momentos de dificultad y travesía en el desierto. Que no perdamos la conexión con nuestro centro espiritual. Tres claves importantes más son el agradecimiento por todo lo recibido, la pregunta por la finalidad y por la misión (¿para qué? ¿cuál es nuestro objetivo? ¿hacia dónde apuntamos?) y la vocación de servicio: ser hombres y mujeres para los demás.
Desde una perspectiva más metodológica, cuidemos los tiempos en que tomamos decisiones, que sean tiempos calma, de retiro, de escucha; cuidemos la óptica desde la que las tomamos, que no sea pensando excesivamente en nuestras fortalezas o dejándonos llevar por nuestras debilidades; evitemos la tentación de pensar que otras vidas y otras circunstancias serían mejores; y no busquemos el cambio por el cambio porque los cambios (sobre todo los drásticos) no son siempre la elección más acertada. En definitiva, tratemos de elegir lo más nos ayude a florecer como personas, lo que aumente la calidad de nuestro ser. En este proceso, pueden ser de gran ayuda los caminos propuestos por San Ignacio: el discernimiento de los sentimientos, sopesar las razones a favor y en contra de cada opción, imaginarse dialogando con un extraño en nuestra misma situación, imaginarse en el lecho de muerte o ante Dios al final de la vida. Y ahí pregúntate: ¿hay algo verdaderamente importante que me quede por hacer? ¿hay algún don recibido que todavía no he sido capaz de regalar a los demás? ¿tienes, Señor, algún sueño para mí que aún no he cumplido?
¡Os esperamos el 1 de febrero para Orar el tiempo que somos!